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Foto del escritorNo a la Apostasia

La Iglesia y el Papa

Actualizado: 1 jul 2019

La Iglesia como asamblea, como comunidad. No como cuatro paredes.


Cristo distinguió desde un principio al apóstol San Pedro entre todos los demás apóstoles. Cuando le encontró por primera vez, le anunció que cambiaría su nombre de Simón por el de Cefas, que significa “roca”: Tú eres Simón, el hijo de Juan [Jonás]; tú serás llamado Cefas (Jn 1,42; cf. Mc 3,16). El nombre de Cefas indica claramente el oficio para el cual le ha destinado el Señor (cf. Mt 16,18). En todas las menciones de los apóstoles, siempre se cita en primer lugar a Pedro. En Mateo se le llama expresamente “el primero” (Mt 10,2). Como, según el tiempo de la elección, Andrés precedía a Pedro, el hecho de aparecer Pedro en primer lugar indica su oficio de primado. Pedro, juntamente con Santiago y Juan, pudo ser testigo de la resurrección de la hija de Jairo (Mc 5,37), de la transfiguración (Mt 17,1) y de la agonía del Huerto (Mt 26,37). El Señor predica a la multitud desde la barca de Pedro (Lc 5,3), paga por sí mismo y por él el tributo del templo (Mt 17,27), le exhorta a que, después de su propia conversión, corrobore en la fe a sus hermanos (Lc 22,32); después de la resurrección se le aparece a él solo antes que a los demás apóstoles (Lc 24,34; 1Co 15,5).


Ya todos conocemos la cita bíblica en Mateo 16:17-19 que dice:


"Bienaventurado eres, Simón Bar-Joná, porque no te ha revelado eso la carne y la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo te digo que tú eres Pedro (Petros), y que sobre esta piedra (petra) edificaré Mi Iglesia; y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Y a ti daré la llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares sobre la tierra, será también atado en los cielos; y todo lo que desatares sobre la tierra, será también desatado en los cielos".


Pero ahora detengámonos en las palabras marcadas en negrita. Después de haberlas releído, vamos a Isaias 22:20-22:


"En aquel día llamaré a mi siervo Eliaquín hijo de Jilquías.  Le pondré tu túnica, le colocaré tu cinto, y le daré tu autoridad. Será como un padre para los habitantes de Jerusalén y para la tribu de Judá.  Sobre sus hombros pondré la llave de la casa de David; lo que él abra, nadie podrá cerrarlo; lo que él cierre, nadie podrá abrirlo"


Pedro ha de ser también el poseedor de las llaves, es decir, el administrador del reino de Dios en la tierra Is 22,22; Apoc 1,18; 3,7: las llaves son el símbolo del poder y la soberanía. A él le incumbe finalmente atar y desatar, es decir (según la terminología rabínica): lanzar la excomunión o levantarla, o también interpretar la ley en el sentido de que una cosa está permitida (desatada) o no (atada).


EL PRIMADO

El primado se lo concedió definitivamente el Señor a Pedro cuando, después de la resurrección, le preguntó tres veces si le amaba y le hizo el siguiente encargo: "Apacienta mis corderos, apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas" (Jn 21,15-17). Estas palabras, lo mismo que las de Mt 16,18s, se refieren inmediata y exclusivamente a San Pedro. Los “corderos” y las “ovejas” representan todo el rebaño de Cristo, es decir, toda la Iglesia (cf. Jn 10). “Apacentar”, referido a hombres, significa lo mismo que gobernar (cf. Hch 20,28), según la terminología de la antigüedad profana y bíblica.

Pedro, por este triple encargo de Cristo, recibió el supremo poder gubernativo sobre toda la Iglesia.


Pedro ejerció su primado. Desde el primer momento ocupa en la comunidad primitiva un puesto preeminente: Dispone la elección de Matías (Hch 1,15ss); es el primero en anunciar, el día de Pentecostés, el mensaje de Cristo, que es el Mesías muerto en la cruz y resucitado (2,14 ss); da testimonio del mensaje de Cristo delante del Sanedrín (4,8 ss); recibe en la Iglesia al primer gentil: el centurión Cornelio (10,1 ss); es el primero en hablar en el concilio de los apóstoles (15,17 ss); San Pablo marcha a Jerusalén “para conocer a Cefas” (Gal 1,18).


INFALIBILIDAD PAPAL


"Simón, Simón, mira que Satanás va tras de vosotros para zarandearos, como trigo: Más yo he rogado por ti a fin de que tu fe no perezca; y tú, cuando te conviertas, confirma a tus hermanos" (Lucas 22:31-32)


Concilio Vaticano I declara:

"Porque el Espíritu Santo no les fue prometido a los sucesores de Pedro, a fin de que ellos propaguen una nueva doctrina revelada, sino que, bajo la asistencia del Divino Espíritu, puedan preservar incólume, y explicar con toda fidelidad la revelación o depósito de la fe, trasmitido por los apóstoles".

Por tanto el Papa no puede (ni mediante declaración dogmática ni ninguna otra) poner, quitar o modificar doctrinas de fe. Su misión es sólo preservarla y transmitirla tal como nos llegó desde los apóstoles y mantenerla libre de error.


Existen tres requisitos para la infalibilidad papal:


Para que una enseñanza papal sea infalible, los requisitos son:

-Ser el Romano Pontífice,

-hablar ex cátedra (con plena autoridad de su oficio como pastor y maestro de todos los cristianos, y en virtud de su suprema autoridad apostólica), y

-definir una doctrina que se refiere a la fe y la moral que se celebrará en toda la Iglesia.


(Lucas 10:16)

«Quienquiera que te escuche, me escuchará. Quien te rechaza me rechaza. Y el que me rechaza rechaza al que me envió»

La Infalibilidad no es impecabilidad. El Papa es un hombre sujeto a imperfecciones pero, de 264 Papas, de solo 6 se cuestiona la conducta.


 


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